Claudio María Domínguez
Productor y animador de TV. Argentina
Es productor, animador y guionista de televisión. Pero Domínguez es, ante todo, un lenguaraz de verba pomposa -aunque sin contenido- y un pícaro con carné. Y con pocas, muy pocas pulgas. Durante años se lo recordó por su participación en "Odol Pregunta", el envío televisivo de preguntas y respuestas conducido por Cacho Fontana a comienzos de los ‘70, donde respondía a cambio sobre mitología griega haciendo alarde de una memoria prodigiosa o -según lenguas luciferinas- gracias a una pequeña ayuda de amigos en la producción. Y, como hablaba rápido, muchos lo creyeron un “niño prodigio”.
En los ‘80, Domínguez regresó con Fontana en "La Máquina de Mirar" y, a mediados de los ‘90, reapareció como “converso espiritual” y autor de la fallida miniserie "La Marca del Deseo". El novelón -protagonizado por Gerardo
Romano y Sandra Ballesteros- se levantó en medio de una curiosa controversia: el perjudicado acusó al canal de “censura”, mientras que algunos periodistas hablaron de “bodrio impresentable”. Estos críticos confiaron que las autoridades del canal, atendiendo tanto a razones de bajo ráting como de buen gusto, se habían arrepentido de haber puesto en el aire el esperpento.
A principios de 1995, Domínguez regresó de las islas Filipinas con un camarógrafo de Canal 9 entregándole al por entonces director, Alejandro Romay, una “nota exclusiva” con Alex Orbito, el más conocido de los “cirujanos psíquicos” de aquel país. En realidad, la nota había sido pactada con la Fundación Argentino-Brasileña (la misma que luego trajo a Emilio Laporga), hoy rebautizada Fundación Salud, cuya directora, Stella Maris Marusso, le allanó el camino a un “sanador” ante la posibilidad -completamente infundada- de que Domínguez pudiera o pretendiera realizar una investigación escéptica.
¿CONVICCIÓN O NEGOCIOS?
A poco de regresar de Filipinas, el ardid propagandístico de Domínguez quedó al descubierto cuando el noticiero del canal presentó su “informe”. Presentado y editado a la manera de esas tandas que venden productos para adelgazar al instante o curar cualquier dolencia milagrosamente, el mismo Domínguez promovía, con un fervor digno de mejores causas, los “extraordinarios poderes de curación” de Orbito.
Tanto caradurismo incitó la curiosidad de algunos periodistas. El autor de estas líneas, a principios de mayo de 1995, fue directamente a preguntarle cómo reaccionaría si estuviera ante pruebas claras de que el “sanador” es un fraude. Durante el reportaje, luego publicado en el diario La Prensa, Domínguez se enfrentó con una escena de su propio video donde se ve al filipino manipulando entre sus dedos una ampolla (presumiblemente con sangre falsa y menudos de pollo) instantes antes de “extraer” el supuesto “mal” del paciente. En esa ocasión, el ex “niño prodigio” se negó a examinar las evidencias de la impostura, alejó a las imágenes de su vista con displicencia e insistió: “Frente al hecho terminal, todo recurso que maneje la magia de la autocuración es bienvenido. -¿Aunque sea un fraude? -insistió el cronista, estupefacto. “Si los resultados son memorables, bienvenido el fraude”, respondió Domínguez (1).
“¿Cómo Claudio Domínguez pudo prestarse a un fraude ya comprobado? ¿Obra por convicción o es simplemente una cuestión comercial? ¿Por qué no se informó antes con los especialistas, si es un hombre de tan larga actividad en los sets televisivos?”, se preguntó, con fingida ingenuidad, la periodista Viviana Gorbato ante su colega, el legendario Pipo Mancera. “Mancera no parece tenerle mucho respeto -escribe Gorbato refiriéndose a la reacción de Pipo al oír el nombre de Domínguez-: comenta con ironía acerca de la larga experiencia en mitologías del ahora promotor de sanaciones espirituales” (2).
Para decirlo llanamente, había razones para pensar que Domínguez había puesto un negocio en marcha y debía evitar por todos los medios que se le escurriera entre los dedos el filón que acababa de descubrir. Ahora bien, ¿existen pruebas que respalden esa presunción?
COINCIDENCIAS EXTRAÑAS
Poco después de que Domínguez presentara su “informe” en el noticiero, Alex Orbito desembarcó en la Argentina para dictar “seminarios” en la Fundación Argentino-Brasileña donde practicaría entre pacientes argentinos -a razón de 350 dólares per cápita- su fraudulenta “cirugía psíquica”. “Antes de que yo hablara, Orbito reunía 300 personas en cada seminario; ahora, después de mis presentaciones en medios masivos, llega a haber más de mil personas”, se pavoneó Domínguez ante Uri Lecziky, el periodista que colaboró con Gorbato para el libro “La Argentina Embrujada”. Mil personas por 350 dólares arrojan una inquietante recaudación de 350.000 dólares, a repartirse entre la Fundación, Alex Orbito y ¿Domínguez? No hace falta ser mal pensado: el ex niño prodigio ya había montado su propio negocio. A saber: un contrato con una editorial y el lanzamiento de una productora de TV dedicada a la venta de segundos de espiritualidad práctica. Simultáneamente con la llegada de Orbito y el resurgimiento del tema en los medios (debate que no se perdió Chiche Gelblung), el “chico Odol” presentaba su librito apologético “El milagro de los sanadores filipinos” (Ed. Sudamericana, 1995). Luego escribiría otros opúsculos por el estilo sobre sendas figuras del escenario religioso de la India, Sai Baba y la Madre Teresa de Calcuta. En su programa “Por un Mundo Mejor” -por una módica suma- presentan sus servicios o productos acupunturistas, parapsicólogos, curanderos y afines. En los últimos años, a su cantera de recursos añadió seminarios donde él mismo imparte consejos espirituales. “¿Obra por convicción o es simplemente una cuestión comercial?”, se preguntaba Gorbato. A buen entendedor, pocas palabras.
[Por Alejandro Agostinelli. Este texto es parte del Proyecto Enciclopedia Multimedia de Cultos, Mitos y Misterios. Exclusivo para Dios! © 2002 Todos los derechos reservados.]
REFERENCIAS:
Agostinelli, Alejandro; “Bienvenido el fraude”, en diario La Prensa, Buenos Aires, 8 de mayo de 1995. Un año después, en el programa "El Periscopio", conducido por Jorge Rial, Domínguez dijo que había sido “sacado de contexto”. Pero la producción emitió el audio de la entrevista y los televidentes pudieron oír la frase con absoluta nitidez. Es más: el periodista, para asegurarse de que la frase representara el pensamiento de Domínguez, le repitió varias veces la pregunta, ante la cual siempre respondió que no le importaba que Orbito fuera un fraude. En 2002, la cinta se volvió a presentar en una investigación producida por el programa "Zona de Investigación" (Azul TV) dedicada a mostrar "la otra cara" del personaje y que se tituló "Por amor al dinero"